Periplos

No se trata sólo de mirar, sino de saber mirar. Tampoco de recorrer el mundo asombrándose de las diferencias culturales de cada región visitada, sino de tener la capacidad de remontarnos a esos sitios haciéndonos partícipes responsables de cada situación, de cada aprieto, de cada suceso, de cada angustia, de cada pasmo. Porque para escribir una crónica, y esto lo saben sólo los cronistas ejemplares como José Antonio Gurrea C., es necesario poseer saberes. Sí: este género es la corriente periodística más cercana a la literatura; pero no basta con tener dominada la escritura.

¿Cuántos cronistas son unos irredentos mentirosos precisamente por carecer de ese maravilloso don de la verídica credibilidad? Gurrea cuando escribe no miente, lo que lo convierte en un supremo cronista. Ryszard Kapuscinski decía que el periodista, para poder alcanzar esa fina categoría, debía afinar cinco sentidos: estar, ver, oír, compartir, pensar. Los tres primeros no ofrecen mayores dificultades: incluso, utilizados sin esfuerzo, pueden hacer pasar al periodista como un natural cronista; pero los dos segundos —complejos, porque allí pueden amoldarse la ética y los conocimientos personales— son los que, en definitiva, definen al cronista, no lo aparentan.

Gurrea va por el mundo y en cada viaje suyo nos lleva a nosotros, porque nos traslada ahí donde está. Lo mismo en Europa que en América Latina o que en nuestro Tulum, nos transmite en carne viva lo que mira y lo que escucha, pero sobre todo nos hace sentir su compañía y nos cobija con sus saberes.

Con Gurrea el lector no es un turista involuntario, en absoluto. Así como los norteamericanos creían en los decires de Ernest Hemingway, porque era un escritor verídico, de la misma manera, con esa su fuerza escritural —límpida y arrebatada, furiosa y delicada, vertiginosa y sombría, como un canto después de la tormenta—, José Antonio Gurrea C. nos devuelve al mundo que vivimos en una sentada. ¿Pero esto es lo que somos? ¿Pero esto es lo que ocurre en el planeta? ¿Pero esto es lo que hemos construido? Sí: el cronista nos historia la vida. Así se hace la historia y así es la vida contemporánea.

Víctor Roura.