Memorias de una Lorena

Esta historia pudo ser verdadera:

No comienza con un final feliz
ni termina con un triste inicio,
la construye la esperanza de una vida,
la destruye la comisión de un delito.

Un pueblo chico, una realidad donde sólo lo importante adquiere colores en el entorno gris, una historia que debe explicarse a través de los sueños porque los vivos la callan.

Lorena nació contrahecha —lela y deforme, dirían muchos—, pero pronto aprendió que la verdadera belleza poco tiene que ver con la apariencia.

Ni el encierro ni los abusos pudieron refrenar su ansia de conocer el mundo, tampoco el silencio de los mayores le impidió conocer su historia y encontrar el amor.

Para conseguirlo debió recurrir a los sueños y afrontar riesgos que pusieron a prueba su entereza, volviéndola valiente.

Al final obtendría todo lo que en verdad importa, al menos por un instante, pues la felicidad es una experiencia fugaz que sólo persiste si el tiempo se detiene;  así que Lorena detuvo su tiempo.