Esperanza

“El hombre mide la inteligencia de la mujer por el tiempo que puede conversar con ella.”

Esperanza.

 

Esperanza vivió en aquel México afrancesado que incursionaba en el siglo XX entre los grandes almacenes departamentales de su capital, la insurrección villista y la migración de hacendados a la colonia Santa María la Ribera, la más bella en su época.

No obstante ser una joven de clase media-alta, el destino la llevó por caminos muy variados; lo mismo a dormir en un campamento villista que en una casa afrancesada o en una bella hacienda.

Su fuerza de espíritu, su fino sentido del humor, pero sobre todo su preclara inteligencia, le hicieron vislumbrar desde muy joven que la vida cargada de convencionalismos sociales que debían acatar las mujeres de su tiempo no era para ella, no si quería ser una mujer plena. Es tal su atemporalidad que por momentos no sabemos si este relato se desarrolla a principios del siglo pasado o en los tiempos que corren hoy en día.

Con sus comentarios picantes, claros y sin falsos moralismos, invariablemente adelantada a su momento, Esperanza se instaló como un faro en las mentes de sus siguientes generaciones para guiarlas desde su memoria como lo que siempre fue: una mujer sin época.